Con la llegada del calor destapamos nuestros brazos, nuestras piernas… y también nuestros pies. Llevan todo el invierno “encerrados” y el cambio de calzado y de temperatura puede darnos algún quebradero de cabeza…
¿Por qué cuidar nuestro cuerpo y no cuidar nuestros pies que son lo que mantienen nuestro peso?
Desde Clinisalud os dejamos estas recomendaciones especial “operación sandalia”:
- Hidrátate: por dentro… y por fuera. Las cremas con urea son un gran aliado para mantener las durezas a raya.
- Protección solar: la piel de nuestros empeines es más fina que otras partes de nuestro cuerpo. ¡No olvides proteger también esta zona! Sobre todo tus cicatrices…
- Kit emergencia: nunca puede faltar en nuestro bolso o cartera unas tiritas y un stick anti-rozaduras. También podemos utilizar vaselina para evitar molestias del calzado.
- Toallitas: no ocupan nada y pueden sacarnos de algún apuro. La suciedad y el polvo del ambiente se pega a nuestros pies y las toallitas resultas muy socorridas para refrescarlos.
- Polvos anti-transpirantes: si nos sudan mucho los pies pueden ser un remedio muy eficaz. Es muy importante mantener el pie seco, sobre todo entre los dedos, para evitar problemas futuros.
- Espejo: ¡nuestros pies también son dignos de mirar! Con un espejo podemos observar zonas que no alcanza nuestra vista en caso de necesidad.
- Sandalias: mejor si van sujetas al tobillo. Las “flip flop” pueden favorecer rozaduras entre los dedos y son inestables al caminar. Es fundamental que lleven el marcado CE, que nos asegura que es un calzado homologado y fiable.
- ¿Callicidas? No… gracias. Contienen ácidos que pueden dañarnos. Visita siempre a tu podólogo de confianza… él vela por la salud de tus pies.